Desierto San Pedro de Atacama

Culturas ancestrales y viajeros de todo el mundo se mezclan en este antiguo pueblo con calles de tierra y casas de adobe. Punto de partida para un viaje inolvidable, en su infinita belleza descubrirás las postales más alucinantes del planeta. ¡Recorre San Pedro de Atacama, tierra de etnias indígenas!
Visita la antigua plaza para conocer las costumbres de sus habitantes. Entrégate al paso calmado de su gente, donde parece no existir la presión del reloj, y no te pierdas su añosa iglesia. Empápate del arte local, en el Pueblo de Artesanos puedes recorrer sus talleres y descubrir como mantienen viva sus tradiciones.
Interesantes tours te permitirán explorar los múltiples atractivos de la zona: géiseres activos, lagunas que destacan por sus intensos colores, y deslumbrantes salares que te sorprenderán. Si lo tuyo es la aventura, recorre el desierto en bicicleta, deslízate por las dunas en Sandboard o disfruta de una vista privilegiada en el valle de la Luna.
Para redondear una jornada llena de sensaciones, déjate seducir por las propuestas gastronómicas locales e internacionales de sus restaurantes, y goza de los masajes y baños termales de los centros de ocio. Una vez caída la noche ¡qué mejor que disfrutar las infinitas estrellas que tintinean sobre el desierto más árido del mundo!


En el norte grande de Chile, a 98 kilómetros de Calama, un pequeño pueblo de adobe y vida apacible recibe a turistas de todo el mundo: es San Pedro de Atacama. Te invito a recorrerlo juntos por la calle Caracoles que nos tienta con sus deliciosos restaurantes y los infinitos panoramas que las agencias locales han preparado para sus cada vez más exigentes y variados huéspedes. También podemos pasar por el mercado, ¿te parece? Vamos y dejémonos cautivar por la artesanía local y el amor encerrado en cada una de sus creaciones hechas en lana, tierra volcánica y madera de cactus.
¡Hay tanto por conocer de este mágico pueblo, de eso no hay duda! Sin embargo, te propongo ir un poco más lejos, a sólo 2 kilómetros al oeste desde aquí, y viajar juntos a Marte. Sí, Marte, leíste bien. El planeta rojo vive en un valle de increíbles formaciones de roca y sal que en la década de los cincuenta y sesenta fueron la fascinación del investigador y sacerdote jesuita Gustavo Le Paige. "Valle de Marte", dijo el religioso. "Valle de la Muerte" replicaron los lugareños para bautizar al lugar más inhóspito del mundo. Demás está decir que ganaron estos últimos.